GRECIA Clásica y Mediterránea

La Acrópolis de Atenas, construida en lo alto de una colina, representa uno de los símbolos más importantes de la cultura occidental. El Partenón como máximo exponente del conjunto se ve acompañado por el Erecteion, el templete de Atenea y los Propileos, que juntos constituyen el objetivo fundamental de los visitantes de la capital griega. A sus pies, el templo de Teseo, el Ágora Romana, la puerta de Adriano y el templo de Zeus Olímpico, como legados de la antigüedad clásica, algunas iglesias bizantinas,las céntricas plazas de Sintagma y Omonia, los jardines del Zapeion,  las gradas del estadio olímpico, el Museo Nacional y los barrios populares de Monastiraki y sobre todo Plaka, con sus tabernas y ambiente nocturno, significarán los otros puntos de interés
turístico de la ciudad, antes de recorrer el  resto del país. El puerto del Pireo con sus famosos restaurantes de pescado y la posibilidad de hacer una rápida excursión a las cer- canas islas de Hidra, Poros y Egina, o contemplar la puesta de sol en el cabo Sounion, no deben hacernos olvidar la posibilidad de plantear destinos  un poco más alejados tanto por tierra como por mar.

La Argólida - Peloponeso
 
Uno de ellos es el que tiene por objeto recorrer la Peloponeso, o zona nororiental de la península del Peloponeso. Las murallas ciclópeas de Tirinte, el magnífico teatro de Epidauro, los restos de Micenas con su magnífica Puerta de los Leones, el encanto marítimo de  Nauplia, el peor conservado teatro de Argos, y los templos de Corintio junto con su canal, son los principales puntos de interés de este recorrido. Si queremos profundizar en el Peloponeso nos deberemos encaminar hacia Olimpia y sus competiciones. Desde aquí podremos dejar la península y encaminarnos hasta Delfos, con su santuario construido en torno al célebre oráculo, no muy lejos del monasterio bizantino de Osios Lukas. Hacia el norte el paisaje va transformándose hasta llegar al espectacular enclave de Meteora y sus monasterios.

Islas para elegir
De las 1.400 islas que rompen la monotonía del mar Egeo, probablemente sean las Cícladas, las que poseen un especial encanto. No son grandes, ni tampoco exóticas. No disponen de vegetación exuberante ni de playas espectaculares, pero sin embargo mantienen una personalidad propia difícil de encontrar en otras latitudes e irradian una magia especial a la que es imposible resistirse. Saliendo en barco desde el puerto de el Pireo y a través de las limpias, transparentes y cristalinas aguas del Egeo se deja atrás el cabo Sounión con su mar silencioso y su templo de Poseidón, antes considerado punto de observación desde donde se vigilaba el tráfico marítimo del golfo sarónico y las Islas  Cícladas. Andros y Tinos, dan paso a Mikonos que tiene la fama de ser la más bella y  característica isla del Egeo. Las casas de su puerto están todas pintadas de blanco y forman una auténtica sinfonía arquitectónica de figuras geométricas solo alterada por el color variopinto de sus puertas y ventanas. En sus estrechas callejuelas se pueden encontrar un sinfín de restaurantes, joyerías, tiendas de y souvenirs, a las que se suman por la noche cantidad de tabernas, discotecas y pubs que hacen las delicias de la numerosa población flotante que arriba por unas horas en un crucero o unos cuantos días en una estancia. Una excursión matinal a la vecina Delos permite contemplar las ruinas de una próspera comunidad de la antigua Grecia. Tras algunas horas de surcar las aguas se llega a la isla de Paros. Sus habitantes viven de la industria de la extracción del mármol y de la ganadería. Hay un museo donde se encuentran las famosas lápidas de mármol que nos han transmitido noticias del nacimiento de Homero.  Naxos es la más extensa de las Cícladas, que cuenta además con el Monte Tia que alcanza los 1.003 metros de altura. Fue saqueada por los persas y conquistada por venecianos y turcos. En las canteras de Komiaki se encuentra incompleta una gran estatua de Apolo.

Santorini: la joya del Egeo
 
Entrar en el complejo de Santorini produce una sensación especial. Se compone de cinco islas, de las cuales Tera, Terasia y Aspronisi constituyen los bordes visibles de una profunda cuenca conocida con el nombre de caldera. Paleá Cameni y Nea Cameni surgieron del fondo de esta cuenca mucho más tarde y en diferentes épocas. Tera, la más grande de las islas del conjunto volcánico, es árida por excelencia, a excepción de algunos pozos de agua en la costa este y algunas vertientes de los caudales el más importante de los cuales aprovisiona Camari, que posee una de las playas más afamadas.  La isla nos hace pensar en el decorado natural de alguna tragedia muy antigua. Diversos trastornos geológicos de una violencia inaudita, escalonados a lo largo de los siglos le han dado su extraordinario aspecto actual. Antes de construirse la carretera que une a Thira con el nuevo puerto, una rampa de escaleras en zig-zag servía para ascender desde el puerto de Scala. Todavía hoy es posible hacerlo a lomos de los burros que efectúan el recorrido bajo las órdenes de sus dueños. También se puede utilizar el teleférico para ahorrarse, o ahorrar al burro, los 585 peldaños de la escalera. Hay quien opina que aunque menos típico, es más humano.  do los palacios de Knossos, Phestos y Aghia Triade.  Entre los restos arqueológicos podemos destacar de un lado los de Acrotiri que conservan algunas casas de dos pisos anteriores al siglo XV AC. y que están protegidas por unas naves que las protegen de los cambios climatológicos. De otro lado y pertenecientes a la época helenística podemos admirar los restos de la Antigua Tera. El nombre En la antigüedad Santorini tuvo una vida muy activa como lo demuestran algunos jarrones del siglo XVI AC. y algunos frescos. La historia cuenta que una erupción del año 1500 la destruyó. Los habitantes tuvieron tiempo de escapar, advertidos por los terremotos que  antecedieron a la catastrófica erupción y maremoto. Según la teoría del profesor Marinatos el maremoto habría afectado a las costas cretenses destruyen- actual Santorini deriva de la santa patrona de la isla: Santa Irene. Las construcciones arquitectónicas son
sencillamente incomparables. La morfología particular y la formación del terreno, las condiciones climatológicas, los restringidos medios y la disponibilidad de determinados materiales de construcción han configurado un modo de construir las casas, muy peculiar. El terreno, con sus inclinaciones pronunciadas provoca que en ocasiones el tejado de una casa sirva de patio para la siguiente, es decir la que está encima. Hay otras casas excavadas en la roca. La inclinación del terreno llevó a adoptar soluciones que den una impresión de disposición plástica con un encanto particular. El clima creó la necesidad de conservar el agua de las lluvias en cisternas ubicadas en las terrazas. Pasear por las estrechas y escalonadas calles de Thira o Oia, admirar sus blancos volúmenes arquitectónicos cuya armonía sólo se rompe por los vivos colores de puertas y ventanas o por las azules cúpulas de las ermitas, es una auténtica maravilla. Al igual que hacerlo por Pyrgos con su cantidad de iglesias desde donde se puede observar toda la parte norte de Tera con sus blancos pueblos situados sobres las escarpadas rocas o entre las verdes viñas. Un recorrido a pie por sus campos, en motocicleta por sus caminos y carreteras, un chapuzón en sus playas es una experiencia altamente aconsejable. Pero lo que sin lugar a dudas impresiona más al visitante por lo agradable, es el atardecer en una de las terrazas de Thira.  La puesta de sol en el horizonte, mar y  montañas, aguas e islas, el color rojizo del cielo, las luces que empiezan a encenderse, la música clásica que suena en la terraza vecina, el lento manto de la noche, las casas con sus terrazas, las iglesias con sus cúpulas. Provoca una  sensación agradable, única, distante de  lo cotidiano. Es Santorini, una isla “en la que hay más burros que personas, más vino que agua, y más iglesias que casas”.

Rodas y Creta
Rodas participó en la expansión colonizadora
de los griegos. En el siglo V antes de Cristo, las tres ciudades dorias de Lindos, Ialisos y Kamiros, se unieron en una confederación cuya capital era Rodas, urbe de nueva fundación que concentró a los habitantes de la isla y que en poco tiempo adquirió una importancia considerable, absorbiendo gran parte del comercio del Egeo que anteriormente había estado en manos de Atenas. La isla fue  Cristo en una de las ciudades más ricas de Grecia. Conquistada por los árabes, hogar de los cruzados, reconquistada para el Islam, ocupada por los italianos, hoy acoge en su casco urbano, bellos legados arquitectónicos fruto de tanta historia acumulada. A 55 kilómetros al norte de la ciudad de Rodas se encuentra Lindos, que haciendo honor a su nombre es uno de los  pueblos más bellos del Egeo. Su peculiar arquitectura y las abundantes casas nobles de gran antigüedad, cuyas puertas están  visitante.Si todas las islas griegas son distintas entre sí, Creta se diferencia todavía más de las demás en cuanto a geografía,  historia y sobre todo el carácter de sus gentes, que se han visto obligadas a luchar en múltiples ocasiones con un enemigo exterior. Cuna de la civilización minoica, que se desarrolló desde el año 2.600 hasta el 1.000 antes de Cristo, la isla ocupa por su extensión el quinto  lugar entre las del Mediterráneo y está  bañada por el Egeo al Norte y el mar de Libia al sur. Ha sido ocupada durante nuestra era por romanos, bizantinos, árabes, venecianos, turcos y alemanes, que han ido forjando a través de los años un profundo sentido de resistencia al exterior por parte de sus habitantes.  La capital, Heraklion, se encuentra en  la parte norte. En la antigüedad se trataba simplemente del puerto de Knossos, pero en el año 824, los árabes fundaron la ciudad, que más tarde fue tomada por los venecianos que la rodearonde murallas defensivas y construyeron un fuerte.  Vale la pena recorrer los caminos la isla. Entre los riscos montañosos se encuentran pequeños pueblos que han sabido conservar el auténtico carácter cretense. Tipos rudos acostumbrados a vivir bajo duras condiciones, que sin embargo denotan el más puro sentido de la hospitalidad. Un campesino regresando con su asno de su campo de cultivo,una tertulia familiar a pie de carretera, un pastor con su rebaño, son imágenes que todavía resisten el avance imparable de la civilización urbana.
Otra civilización, mucho más milenaria pobló la isla hace tiempo. El palacio de Knosos debe su reconstrucción a Arthur Evans, que dirigió las obras a  principios de siglo. Las construcciones se extienden sobre una superficie de veintidós mil metros cuadrados y alrededor de ellas se amalgamaba una población cifrada en unos cien mil habitantes. Con la construcción del palacio, la civilización Minoica, envuelta en un halo de misterio y de leyenda, llegó a su máximo apogeo, que se interrumpió cuando fueron destruidas todas las construcciones a causa de una erupción del volcán de la relativamente cercana Santorini.  Todas estas islas se pueden descubrir a fondo mediante una estancia o combinadas entre sí mediante un crucero de tres o cuatro días después de una estancia en Atenas
o un recorrido por la Grecia continental.

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